Historia del TDAH
Según Tubert (2010) y Cristóforo (2012) los primeros antecedentes sobre el TDAH se remontan a 1902 cuando el pediatra Británico George Still realiza tres conferencias en el Royal College of Physicians de Londres, bajo el título “Goulstonian lectures”. En ellas describe la hiperactividad infantil al comienzo de la etapa escolar, bajo el nombre de síndrome de lesión cerebral. Este síndrome estaría presente en niños con lesiones cerebrales, como en niños con lesiones cerebrales no detectables clínicamente e incluso sin etiología precisa. Para Tubert (2010) desde el comienzo se le atribuye un fundamento neurológico sin prueba científica alguna y con una absoluta desconsideración por la clínica”.
Si bien en esos años no se hablaba de TDAH específicamente se aprecia una similitud sintomática con la descripción del trastorno hoy en día. Para Tallis (2004), en 1914 surge otro antecedente importante en manos de Binet y Simon, los que en su intento por describir los defectos mentales en los niños, publican una escala en la que distinguen tres grupos de niños: aquellos que no aprenden por deficiencias mentales, un grupo de desequilibrados y uno mixto que incluye a los que presentan ambas desviaciones.
Cuando describen a los desequilibrados, como característica, mencionan la falta de atención, expresado esto también en los manuales de hoy en día. En 1935 Childers realiza una división entre niños hiperactivos y niños con lesiones cerebrales, ya que sólo un número mínimo de niños hiperactivos presentan tales lesiones (Tubert, 2010). Hacia 1937 según Aguilar (2014) se produce un antes y un después en la manera de tratar la hiperactividad, ya que se comienza a utilizar la benzedrina (anfetamina). Según Aguilar (2014), Bradley “sería considerado el primero en observar el efecto paradójico de los psicoestimulantes en menores con dichos síntomas. Es en 1940 donde aparece la tesis de J. Abramson “El niño y el adolescente inestable”, según Janin (2004) se comienza denominar la hiperquinesia como “síndrome hiperquinético” siendo el exceso de movimiento el pilar de dicha clasificación para Tallis (2004): Tubert (2010) afirma que “El descubrimiento de los neurolépticos en 1952 y del metilfenidato en 1957, conduce a la administración de psicoestimulantes a niños hiperactivos”, como forma de tratar algo que no se tiene claro siquiera su etiología. Hacia 1962 Clements y Peters consideraron que la hiperactividad no era suficiente para declarar la existencia de lesión cerebral ya que encontraron niños hiperactivos sin lesión cerebral, por lo que el término se suavizó y se pasó a llamar disfunción cerebral mínima.
Más adelante se vuelve a modificar la denominación de este trastorno y se pasó a nombrar síndrome de hiperactividad del niño, hasta que en 1968 sale la versión II del DSM donde se hace énfasis en la hiperactividad como eje fundamental del Trastorno de Reacción Hipercinética en la infancia. En su tercer versión en 1980 el Manual de Estadística y Diagnóstico de Desórdenes Mentales (DSM III) incluye al trastorno como Trastorno por Déficit Atencional con y sin Hiperactividad, según Carretero (2011), incluyendo la inatención como síntoma fundamental, hasta que en su versión revisada del año 1987 pasó a denominarse Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad como hoy se lo conoce. Como lo menciona Tallis (2004) refiriéndose al mismo tipo de niño, se llegaron a contar más de 49 maneras distintas de nombrar el mismo cuadro, lo que condujo a la necesidad de unificar criterios. Es en la versión IV del DSM (1994) que el Trastorno pasa a denominarse Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad enfatizando los problemas de atención, mientras que el manual realizado por la Organización Mundial de la Salud publicado en 1992, lo denomina Trastorno de la Actividad y la Atención, poniendo el énfasis en la hiperactividad y donde el déficit atencional sería uno de los puntos clave en los Trastornos Hipercinéticos. “Mientras que en el DSM-IV se requieren seis síntomas de inatención o bien seis de hiperactividad/impulsividad, la CIE-10 requiere al menos seis de inatención, tres de hiperactividad y uno de impulsividad”.
En cuanto al DSM IV-TR (2002) se encuentran tres subtipos, uno con predominio de inatención, otro con predominio de hiperactividad-impulsividad y un tercer subtipo de predominio combinado y que deben ser detectadas en espacios como la casa o la escuela. Aún más reciente es la versión del DSM V que data del año 2013, no se aprecian grandes diferencias con su antecesor en cuanto a los criterios diagnósticos, lo que sí cambia es que se pasa de un paradigma categorial con fronteras nítidas entre los cuadros 7 clasificados, por otro dimensional con límites más borrosos y gradientes de gravedad tal como ocurre con el espectro autista.
También se amplía la edad en la cual se deben apreciar los síntomas del TDAH, en el DSM IV -TR era hasta los 7 años, ahora en el DSM V es hasta los 12. Otra modificación con su antecesor, es que el TDAH fue separado de los trastornos de conducta perturbadora (trastorno negativista desafiante y trastorno disocial), creándose en esta nueva versión del DSM un grupo específico sobre TDAH, que se encuentra clasificado dentro de los llamados “Trastornos del Neurodesarrollo” y que incluye tres trastornos: Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad; Otro Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad y Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad no especificado.
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